Existe un mundo extraordinario: el mundo Paglierani.

Un mundo que nos pertenece y al que pertenecemos, un mundo cuyos habitantes no esperan que las cosas sucedan, sino que las hacen suceder, un mundo donde los sueños no se olvidan en un cajón, sino que se tienen bien estrechos entre las manos, un mundo donde cada día es un nuevo reto, donde no hay un día igual a otro.

Un mundo que pulsa gracias a la energía y al talento de quienes lo habitan, que imprime sus propios valores en forma indeleble.

Quizá no sea un mundo perfecto, por cierto no es fácil, sin embargo quienes tienen la oportunidad de experimentarlo, motivados por su entusiasmo, dan sentido a su propia labor y a su propia vida.

Los antiguos romanos tenían un dicho: “HONOS HABET ONUS”, es decir, cada honor comporta una responsabilidad, una carga que se lleva sobre los hombros durante toda la vida.
Hay palabras que nacen, otras que perduran, otras que van perdiendo su significado… ¡entre las últimas está la palabra honor!

En el ámbito laboral, la honorabilidad es una cualidad crucial que forma parte del ADN de Paglierani.

Para Paglierani, el éxito en el trabajo es tan solo la punta de un iceberg, porque no se trata de una mera recompensa económica sino, desde una visión sentimental que traigo conmigo desde la infancia, de un premio mucho más profundo que consiste en encontrar nuestra propia esencia, nuestra identidad e independencia.

Es esta recompensa el misterio y el fundamento del trabajo, un derecho que es un sacrilegio minar. Amar el propio trabajo, y hacer amar el propio trabajo, es para Paglierani la base de toda democracia.

Es nuestro compromiso y deber garantizar un progreso empresarial que no se limite a la expansión en los mercados, sino que se extienda a la investigación, al desarrollo, a la seguridad laboral y a todo lo que respecta la tutela de nuestro bellísimo planeta.